Hoy es 1 de diciembre. Y siguiendo el calendario de Adviento, cada vez falta menos para que llegue el día en que Papá Noel nos dejará los regalos bajo el árbol. Así que pronto, si no lo hemos hecho ya, todos empezaremos a decorar con bolas, luces y guirnaldas el mejor árbol que hayamos encontrado y al que muy seguramente daremos un papel central en nuestra casa. Pero, ¿sabemos cómo y dónde empezó esta tradición y por qué ponemos un árbol?
La importancia y simbolismo de los árboles
Los árboles, y más los perennes como son los abetos, siempre han sido un símbolo de la vida eterna, de la fertilidad y de la regeneración en todo el mundo. Por ello, Carole Cusack, profesora de estudios religiosos en la Universidad de Sídney, y la propia Enciclopedia Británica, afirman que han sido un elemento esencial en las celebraciones paganas del solsticio de invierno desde los tiempos antiguos como un símbolo de "la victoria de la vida y la luz sobre la muerte y la oscuridad".
Hay estudios históricos que indican que esto es así incluso desde los tiempos babilónicos y de los antiguos egipcios, chinos y hebreos. Se dice que fueron los celtas los que empezaron a decorar los árboles con frutas y velas durante los solsticios de invierno (durante el cual hace dos años pudimos ver la 'estrella de belén') para 'animarlos'. Pues más allá de la famosa posterior decoración, todo ello empezó con la idea de guardar un poco de naturaleza en casa durante el invierno para salvarla del frío y luego plantarla de nuevo para asegurar el regreso de la vegetación.
Los orígenes del árbol de Navidad
Los inicios de la tradición de decorar un árbol por Navidad tal y como la conocemos hoy en día se remontan, como mínimo, casi 600 años atrás. Pero, como suele ocurrir con ciertas celebraciones antiguas, su origen exacto, como veremos, no está completamente claro.
Como hemos dicho, hay datos que hablan de la costumbre ancestral de adornar árboles desde lo tiempos babilónicos. A lo que se añade la arqueóloga turca Muazzez Ilmiye Cig, quien opina que fueron los turcos de Asia central los que inventaron el árbol de Navidad a partir del árbol de los deseos.
Sin embargo, la versión de que el árbol de Navidad provenga de Asia es poco aceptada. La mayoría de versiones que circulan sobre el origen de esta celebración pagana, si coinciden en algo, es en que nació en algún país al norte de Europa, más concretamente entre los países de la región Báltica, donde abundan los espesos bosques con árboles perennes.
Según algunas fuentes, son Letonia y Estonia los que se disputan el reconocimiento de ser el lugar donde se decoró el primer árbol de Navidad. Por su parte, Letonia dice que en 1510 un grupo de comerciantes paseó un gran árbol por toda la ciudad de Riga, lo plantó en la plaza del mercado y lo decoró con rosas. A eso, Estonia dice que tiene pruebas de una celebración prácticamente igual en su capital, Tallín, en 1441.
Otros dicen que es más probable que la tradición del árbol de Navidad surgiera, también en el siglo XVI, en Alemania, concretamente en la región de Alsacia (que ahora forma parte de Francia y donde ciudades como Turkheim tienen gran tradición navideña). Al parecer hay registros históricos de la colocación de un árbol de Navidad en la catedral de la ciudad de Estrasburgo en 1539. Y es al reformista protestante Martín Lutero al que se le atribuye la idea de poner luces al árbol —las cuales en su día eran velas— inspirado en las estrellas que centellan en el oscuro cielo nocturno invernal.
Sea como fuera, a lo largo del siglo XVIII y XIX la tradición del árbol de Navidad se había extendido ya por todo el mundo. A Inglaterra llegó en 1829, y en 1848 fueron la Reina Victoria y el príncipe Alberto, conocidos por crear tendencia, quienes decoraron un árbol navideño en el Castillo de Windsor y lo pusieron de moda. En Estados Unidos, se calcula que se popularizó a partir de 1850. Y a España se dice que llegó en el año 1870 a raíz del matrimonio del marqués de Alcañices con una princesa rusa quien trajo consigo esta nueva tradición.
Y hoy en día es una bonita tradición que trae gran alegría, tanto en el proceso de ornamentar, como en la contemplación durante días del árbol de Navidad decorado con alegría, luces y golosinas. En torno del cual los niños juegan y los mayores solemos vivir los momentos más entrañables de la Navidad, lo cual de por sí ya le otorga un importante valor y significado.
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