La tradición de la Navidad en Turkheim

Turkheim, en Francia, es una pequeña ciudad llena de historia situada en las laderas de la cordillera de los Vosgos que forma parte de la ruta de los vinos de Alsacia. En la Edad Media fue una ciudad imperial y aún mantiene este encanto. Tanto en su arquitectura, con sus casas con armazones de madera, su iglesia gótica y sus 3 puertas fortificadas de entrada a la ciudad. Como también en sus tradiciones.

Cada diciembre, esta pequeña ciudad, que parece sacada del cuento de la Bella y la Bestia, celebra el Mercado de Navidad de los Duendes. En la plaza del Ayuntamiento se levanta un pueblecito mágico con pequeñas casas de madera construidas por los propios "duendes", los puestos del mercado.

Las salas de debajo del ayuntamiento se transforman en un verdadero café de Navidad con un ambiente cálido y amistoso para un buen descanso. Donde también hay exhibición y venta de productos artesanos.

Es una de las pocas ciudades de Francia que tiene un sereno (el vigilante) que hace ronda de guardia nocturna varios meses al año; ahora puede que sea un atractivo turístico, pero parece que en el siglo XIII un sereno evitó un incendio que hubiera arrasado toda la ciudad. Durante el tiempo del Advenimiento y en la víspera de Año Nuevo, siguiendo esta tradición única, niños y adultos pueden unirse al sereno en su ronda a las 21:00h y recorrer a su lado las calles de la ciudad medieval vestidos con traje de época, con un tricornio y sosteniendo una albarada, una trompa y una linterna, mientras él les cuenta las historias y leyendas de la ciudad.

Otra sorprendente tradición es que desde el día 1 hasta el 24 de diciembre, cada tarde, a las 17:00h, el farolero desciende por la escalera principal del ayuntamiento y enciende una vela de la corona de Advenimiento. Luego, se acerca a un enorme calendario del Advenimiento inspirado en las representativas fachadas de este pueblo alsaciano y los habitantes asisten a la apertura que hace de una de las contraventanas, que cada día descubren una imagen del patrimonio histórico y religioso, de los ritos y costumbre o de los personajes legendarios de la región. Entonces, una misteriosa voz cuenta una breve historia sobre el Santo de aquel día o la imagen escondida. A veces, esta ceremonia la acompaña un coro de niños que cantan villancicos. Toda una inmersión en la vida juguetona donde el canto y la alegría generan verdaderamente una entrada gozosa a un nuevo año.

Imágenes | Turckheim y Solosophie