Oriente y Occidente son dos términos que han sido utilizados durante siglos para referirse a dos regiones geográficas, culturales y políticas que se encuentran al este y oeste de un punto de referencia. Y, a menudo, se usan para describir el contraste entre culturas y formas de vida. Pero ¿cuál es el origen de estos términos y cómo ha evolucionado su percepción a lo largo del tiempo?
Una división geográfica tanto como cultural
La distinción entre Oriente y Occidente comenzó en la Antigüedad, cuando los griegos dividieron el mundo en dos grandes masas continentales: Europa y Asia. Con referencia a la dirección desde donde sale o se pone el sol, "Oriente" (que proviene del latín "orĭens", que significa "aparecer" o "nacer") se refirió al este y "Occidente" (que proviene del latín "occidens", que significa "puesta del sol"), al oeste.
Al principio, los griegos utilizaban el término "Oriente" para referirse a los territorios al este de Grecia, como Persia y Egipto. Sin embargo, después de la conquista de Alejandro Magno, comenzó a utilizarse para referirse también a los territorios aún más lejanos de Asia, incluyendo China, Japón e India, entre otros. Mientras, "Occidente" se refería a todos los territorios situados al oeste del Mediterráneo, aún cuando no se habían descubierto las Américas.
Sin embargo, esta división se reveló como inexacta cuando los mismos griegos descubrieron que ambos continentes estaban unidos al norte del mar Negro a través de las planicies que ellos llamaron Escitia, que se corresponden actualmente con el sur de Rusia.
A pesar de esta revelación, la noción de Oriente y Occidente se mantuvo como una forma de distinguir y separar las culturas y formas de vida de ambos lados del mundo. Pues ya no se limitaba a una cuestión geográfica, también había un importante componente cultural que se remonta a la Edad Media y en especial a la época de las Cruzadas y la la disputa entre el cristianismo y el resto de religiones.
En ese momento, los europeos consideraban que su cultura era superior y más avanzada a la de los pueblos del Oriente, exóticos y enigmáticos, y se produjo una especie de enfrentamiento entre ambas culturas. Unos enfrentamientos culturales que se intensificaron en la época moderna con las expansiones coloniales europeas en Asia y África.
No fue hasta el Renacimiento y la Era de la Exploración, que la percepción de Oriente y Occidente cambió. Los exploradores europeos comenzaron a viajar alrededor del mundo, descubriendo nuevas tierras y culturas, lo que llevó a una apreciación de las diferencias culturales y una comprensión más matizada del mundo que se alejó de esa cegadora generalización.
Entonces fueron muchos los que se dieron cuenta de que la división entre Oriente y Occidente es una simplificación excesiva de la realidad que obvia la enorme diversidad cultural y geográfica que existe en ambas regiones del mundo. Y a medida que la globalización se ha expandido, la comunicación y el intercambio cultural han aumentado y hay una mayor interconexión entre los países y las culturas, las diferencias entre las dos regiones se han difuminado, y estamos prácticamente ante una fusión de Oriente y Occidente.
Así, hoy en día, esta distinción sigue siendo relevante, pues, aunque sea imprecisa, siempre es conveniente tener una forma de referirnos a una amplia región del mundo. Pero ambos términos se utilizan con cautela, sin discriminación y dando por sentado la compleja y diversa realidad del mundo contemporáneo formado por un conjunto rico y variado de culturas, tradiciones y formas de vida.
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